Érase un pollito muy chiquitito a quien no gustaba ni pizca la miel. Vino al mundo siendo ya huérfano, y dijo: -¡Mi padre ha muerto de hambre, y el rey le debía un grano de maíz! Descolgó el zurrón de su difunto padre y, anda que te anda, partió a cobrar aquella deuda. Apenas había andado media docena de pasos, cuando encontró en el camino un palo que le hizo tropezar y caer. El Pollito se levantó y dijo: -¡Ah! Palo, ¿aquí estás tú? No te había visto. -¿Adónde vas? -le preguntó el Palo. -Voy -contestó- a cobrar un crédito de mi difunto padre. -Vamos juntos -dijo el Palo. El Pollito cogió al Palo y se lo metió en el zurrón. Anda que te anda, se encontró con un gato que, al verlo, exclamó: -¡Ah, qué bocado más tierno! -No -replicó el Pollito- yo no valgo la pena. -¿Y adónde vas? -preguntó el Gato. -Voy a cobrar un crédito de mi padre. -Pues vamos allá juntos -dijo el Gato-, tal vez encuentre allí algo bueno que comer. El Pollito cogió al Gato y lo metió en el zurrón. Y encontró a una hiena que le preguntó: -¿Adónde vas con el zurrón? -Voy a cobrar un crédito de mi padre -explicó el Pollito. -Vamos allá juntos -dijo la Hiena. El Pollito cogió a la Hiena y la metió en el zurrón. Anda que te anda encontró a un león. -¿Adónde vas? -A cobrar un crédito de mi difunto padre. -Vamos allá juntos -dijo el León. El pollito cogió al melenudo animal y lo metió en el zurrón. Encontró a un Elefante que estaba hartándose de plátanos. El Elefante le preguntó cordialmente: -¿Adónde vas, Pollito? -A cobrar un crédito de mi difunto padre. -Pues, entonces, vamos juntos -dijo el paquidermo. El Pollito cogió al elefante y lo metió en el zurrón. Anda que te anda, encontró a un guerrero, que le preguntó: -¿Adónde vas con ese zurrón tan repleto? -Voy a cobrar una deuda. -¿A casa de quién? -preguntó el Guerrero. -Al palacio del rey -contestó el Pollito. -Vamos juntos allá -dijo el Guerrero. El Pollito lo cogió y lo metió en el zurrón. Por fin llegó a la ciudad donde vivía el rey. La gente corrió a anunciar al soberano que el Pollito había llegado y que pretendía cobrar el crédito de su difunto padre. -Hagan hervir un caldero de agua y tírenselo hirviendo; así ese insolente polluelo morirá y no tendremos que pagar la deuda. La hija del monarca se puso a gritar: -Yo le tiraré el agua hirviendo. Al verla venir, el Pollito le dijo al Palo: -¡Palo, ahora es la tuya! El Palo hizo tropezar y caer a la hija del rey. El agua hirviente se derramó y la hija del rey quedó escaldada. La gente de la ciudad dijo entonces: -Hay que encerrarlo en el gallinero con las gallinas, que lo matarán a picotazos. Pero el Pollito sacó al Gato del zurrón y le dijo: -¡Te devuelvo la libertad! El Gato mató a todos las gallinas, cogió la más gorda y se escapó con su botín. La gente dijo entonces: -¡Que lo encierren en el corral con las cabras; allí lo pisotearán! El Pollito dijo entonces: -¡Hiena, ya eres libre! La Hiena mató a todas las cabras, escogió la más gorda y se escapó. La gente dijo entonces: -¡Que lo encierren en el corral de los bueyes! Y allí le metieron. Pero el Pollito dijo: -¡León, ahora es la tuya! El León salió del zurrón, degolló a los bueyes, escogió el más gordo y lo devoró en un santiamén. Todo el pueblo estaba furioso y decía: -¡Este polluelo es un desvergonzado que no quiere morir! ¡Lo encerraremos con los camellos! Ellos lo pisotearán y matarán. Lo encerraron. Pero el Pollito dijo: -Buen amigo, compañero Elefante: sálvame la vida. Ahora es la tuya. Y sacó al paquidermo del zurrón. El Elefante miró a los camellos, los desafió y aplastó hasta el último. La gente del pueblo fue a ver al rey y le dijo: -Este insolente polluelo no morirá aquí; démosle lo que se debía a su padre y que se vaya. Lo atraparemos en el bosque, lo mataremos y recuperaremos su herencia. El soberano ordenó abrir su real tesoro y se dio al Pollito el grano de maíz que se le debía. Y el Pollito abandonó, con su tesoro, el pueblo. Entonces, todo el mundo montó a caballo, hasta el mismo rey, y se lanzaron en pos del Pollito. Pero el Pollito sacó al Guerrero del zurrón y le dijo: -¡Guerrero, he aquí llegada tu hora! ¡Demuestra que eres hombre de armas tomar! El Guerrero hizo trizas a todos. Y el Pollito volvió entonces a la ciudad del rey; se hizo el amo y se proclamó el soberano de aquel pueblo al que, en buena lid, había vencido. FIN |
jueves, 13 de octubre de 2011
El pollito que se hizo rey.
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Como se nota que es un cuento!
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